sábado, 25 de enero de 2014

¿Cómo el Perú mejorara su posición en innovación?

¿Cuál es la ruta que debe tomar el Perú para mejorar su posición en los rankings mundiales de innovación?

¿Cómo logramos ser un país que impulse una cultura de la innovación? La educación juega un rol fundamental en esto. No se va a poder subir la escalera de lainnovación sin antes pasar por este peldaño.


Por Stefano De Marzo
Hagamos un ejercicio de sinceridad y derribemos un mito. Es necesario dejar de lado el estereotipo del peruano “creativo” para dar paso a un nuevo modelo que privilegie lainnovación. “Cuando Milton Friedman visitó el Perú quedó admirado de cómo se las ingeniaban los mecánicos locales para que autos tan viejos sigan caminando”, apunta Diego de la Torre, presidente de Perú 2021 y del Pacto Mundial de Naciones Unidas en el país. “Sin embargo, el peruano ‘creativo’ es un mito. Basta mirar los registros de patentes y cuántas investigaciones peruanas han causado impacto en el mundo recientemente”, añade.
Por su lado, Maite Vizcarra, directora del Centro de Innovación de IPAE, considera que el estereotipo más difundido es el del peruano “recursero”, el que improvisa a bajo costo pero de manera insostenible. “Lo que hay que hacer es pasar del ‘recursero’, del ‘sobreviviente’, al ‘innovador’ que encuentra la oportunidad y busca mejorar”, indica. No todo son intenciones, la importancia del balance se hace necesaria para medir el avance. “Una cosa es hacer nuevos productos y otra cosa es decir que el 30% de la facturación proviene de dichos productos”, anota el rector de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), Gonzalo Galdós. “Muéstrame el valor de tus innovaciones: ¿cuál es el ciclo del desarrollo de un nuevo producto?, ¿cuáles son los nuevos mercados?, ¿qué nuevos procesos has incorporado para reducir los costos? Hay formas más tangibles de medir la innovación que quedarse en la declaración romántica ‘soy innovador’”, continua Galdós.
Innovar por definición
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la innovación de la siguiente manera: creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado. No obstante, hoy el concepto se amplía y se le considera un factor clave en el desarrollo de un país. “La innovación se ha convertido en la única fuente sostenible de ventajas competitivas. No solo porque garantiza un incremento de los factores claves para el cliente, sino porque asegura la capacidad de sorprenderlos y exceder sus expectativas frecuentemente”, añade Galdós, ensayando una explicación que revela lo crucial de la idea. “Innovar es mejorar un proceso, producto, servicio de manera que le genere valor a alguien, algo tan simple como ‘ponerle ruedas a una maleta’”, añade Vizcarra y recalca la simpleza inherente a la actividad. “A veces, innovar no precisa de tanta complejidad, sino de curiosidad, aguda observación, deseos de experimentar y sentido común”, anota de la Torre, convencido de la importancia de promover este tema.
¿Cómo logramos que el Perú sea un país que impulse una cultura de la innovación? Si se observa los listados internacionales sobre el tema, encontramos que el país no se encuentra en una posición, digamos, privilegiada. Por un lado, estamos en el puesto 122 de 144 países dentro del indicador de innovación (entre otros indicadores) que el Foro Económico Mundial toma en cuenta para calificar a los países en más o menos competitivos. Asimismo, está el “Índice Mundial de Innovación” (Global Innovation Index), que realiza el INSEAD, la Universidad Cornell y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). Este listado busca reflejar los resultados en la materia de más de 140 países y economías del mundo. Perú se encuentra en la posición 69, rezagado en América Latina con respecto a Costa Rica (39) –que lidera el ranking en la región-, Chile (46), Barbados (47), Colombia (60) y México(63).
“Lo que nos falta es un poco más de confianza. La tasa de mortalidad de las ideas es muy alta”, asegura Galdós, de laUPC. “Para que haya calidad en las mismas, tiene que haber cantidad y esto solo puede ocurrir cuando le damos confianza a las personas para que pongan sus ideas sobre la mesa sin temor a que sean rechazadas o ridiculizadas. El peruano tiene la tendencia a descalificar de manera prematura las ideas. Un innovador es exitoso cuando se atreve a equivocarse”, añade.
“No es suficiente con que digamos que somos ‘súper emprendedores’”, reitera Maite Vizcarra. “Emprender por emprender, sin una propuesta de valor que nos permita distinguirnos o, mejor aún, que esté basada en conocimiento y tecnología, es una trampa. El Perú es ‘champion’ de emprendimiento, pero de sobrevivencia. La única manera en que un emprendimiento deja de ser sobrevivencia, es la innovación”, concluye la directora del Centro de Innovación de IPAE.
Diego de la Torre realiza una interesante lectura de cómo fomentar una mayor cultura innovadora en el país. “Debemos lograr que un científico, un matemático, un biólogo y/o empresario sea igualmente famoso y reputado que un futbolista, una vedette o un cocinero. Para eso necesitamos mejor educación y una campaña nacional donde el estudio, la ciencia y la innovación sean opciones atractivas y reconocidas socialmente”, refiere.
Resulta evidente señalar que la educación juega un rol fundamental en todo esto. No se va a poder subir la escalera de la innovación sin antes pasar por este peldaño. “Se necesita una gran reforma educativa. Tener como benchmark a países como Suiza, Finlandia, Suecia, España y Alemania”, afirma de la Torre. “Para lograrlo, no hay otra forma que la de invertir en educación pública y en educación privada de calidad tanto en los colegios como en las empresas”. Si se tienen en cuenta que aún somos un país que no considera el asunto como algo prioritario, se hace necesario plantear nuevas salidas. “No hay que asumir la innovación como una ‘moda’, sino como un proceso constante e interactivo”, añade Vizcarra. “Premiar la innovación es también una manera de incentivar la práctica de la misma en países no tan entusiastas por ella, como el nuestro. Las marcas de reconocimiento y los distintivos son parte de esos incentivos”, asegura.
Objetivos al 2021
El bicentenario del país ya no se vislumbra tan lejano y es una buena oportunidad para plantear ciertos objetivos. La fecha simbólica servirá para hacer el balance de las propuestas que empiecen a desarrollarse en el presente.
El rector de la UPC reafirma su compromiso con el futuro. “En medio de un esfuerzo nacional por incrementar la investigación, la innovación y la generación de patentes, cabría preguntarse si nuestros esfuerzos deben enfocarse en descubrir nuevos inventos o desarrollar aplicaciones”, se interroga Galdós sobre la ruta a tomar. “Lo indispensable es participar en el desarrollo de aplicaciones para generar valor y bienestar. Recordemos que no toda investigación es una innovación pero toda innovación implica una investigación”, señala.
Maite Vizcarra plantea que la “cultura de la innovación” debe llegar a todos y no sólo a unos pocos. Además, anota algunas propuestas clave. “Crear incentivos para incentivar la inversión en innovación y en particular en capacidades para innovar (las ayudas tributarias, bien definidas, son favorables)”, afirma la directora del Centro de Innovación deIPAE. Asimismo, “desarrollar herramientas que faciliten la explotación comercial de intangibles que no sean sólo patentes e impulsar la innovación desde temprano, desde las escuelas, al mejor estilo de Finlandia”, añade.
Diego de la Torre es un poco más ambicioso y plantea algunos ejes a tener en cuenta con miras al bicentenario. “En concreto, ocupar el primer lugar en Latinoamérica en número de patentes registradas. Luego, que nuestra inversión en investigación y desarrollo sea por lo menos cinco por ciento de nuestro PBI”, señala el presidente del Pacto Mundial de Naciones Unidas en el Perú. Asimismo, “que toda empresa peruana brinde un espacio estructural a este tema y que esté dentro de su estrategia, cultura y sistemas. Un premio Nobel en Economía y otro en biotecnología no nos caería mal, así como el descubrimiento, por parte de un peruano o peruana, de una alternativa energética limpia con factibilidad económica y logística”, añade, dejando claro que este es el momento de pensar en grande. Recetas para innovar hay muchas, pero pocos son los esfuerzos aún para concretarlas. Nos esperan años de mucho trabajo.

domingo, 19 de enero de 2014

Brasil: ¿el nuevo héroe de Internet? - se le podrá imitar?

Brasil: ¿el nuevo héroe de Internet?

Las revelaciones de Snowden sobre el espionaje de la NSA desataron el primer enfrentamiento global de soberanías en la era digital. Brasil tomó la iniciativa. 
Por Natalia Zuazo
@nataliazzz

Los mapas, en la historia, cambian. A veces por guerras, otras por diplomáticos que firman un papel y otras por bombas, pero no de las que explotan, sino de esas informaciones que salen a la luz y obligan a pararse de un lado o del otro. Eso pasó en 2013 cuando Edward Snowden, un consultor informático que trabajaba para la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA), mostró lo que suponíamos: Estados Unidos recopila información de casi todos los ciudadanos del mundo, bajo su territorio o no, presidentes o gente común: vos, yo, cualquiera. 
Tras el escándalo, dentro de Estados Unidos no sucedió una revolución, tal vez por una culpa masivamente colectiva: después de la caída de las Torres Gemelas, casi todos los ciudadanos estadounidenses estuvieron de acuerdo en atrincherarse contra el terrorismo, garantizando laHomeland Security. Sin embargo, afuera, en el sur, alguien dijo "conmigo no, Barack, a mí no me vas a leer los mails". Fue una mujer, la presidenta de Brasil, una de las cinco potencias que forman los BRICS, el bloque con el 43% de la población del mundo y el mismo PBI que Estados Unidos. Fue ella, Dilma Rousseff, la que se enojó mucho. 
"Estamos ante un caso de invasión y, sobre todo, ante un caso de falta de respeto por la soberanía de nuestro país", dijo, mirando al frente, usando las cámaras de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Y agregó: "Brasil sabe cómo protegerse. Brasil redoblará sus esfuerzos para contar con leyes, tecnologías y mecanismos que nos protejan de un modo adecuadamente contra la intercepción ilegal de comunicaciones y datos. Mi gobierno hará cuanto esté a su alcance para defender los derechos humanos de los brasileños y proteger los frutos surgidos del ingenio de los trabajadores de las empresas de Brasil".  
Dilma pidió, y pidió con motivos. En los últimos dos años, su gobierno sacó de la pobreza a 22 millones de brasileños, con economía social, con empoderamiento ciudadano. También le echó en cara al resto de los países que en Brasil hay paz: "Acá no hay terrorismo", le dijo al gobierno de Estados Unidos, cuyo cine intenta encontrar Bin Ladens en la Triple Frontera. Dilma luego volvió a Brasilia y, en pocos meses, lanzó una serie de iniciativas de soberanía digital,dejando en claro algo obvio, pero escondido bajo la alfombra por años: ninguna decisión técnica de los gobiernos es políticamente neutral. Les dijo a todos que el espionaje de otros gobiernos, o empresas, podrá ser inevitable, pero al menos deberá tener leyes para evitar abusos a los derechos de la gente, no solo los digitales, también derechos humanos, como informarse y crear conocimientos. 
En su plan de soberanía tecnológica, la presidenta de Brasil anunció crear redes de cables de fibra óptica independientes de la infraestructura dominante de Estados Unidos. Hay dos iniciativas en este sentido. La primera es la creación de un anillo de fibra óptica de la Unasur, con 10.000 kilómetros administrados por empresas estatales, para disminuir costos a los usuarios e independizar parte de la infraestructura del dominio estadounidense. La segunda, que avanza hacia 2015, es la integración en el proyecto BRICS Cable, una red de 34.000 kilómetros de cables interoceánicos que empezará en la ciudad rusa de Vladivostok, pasará por Singapur, Ciudad del Cabo y Fortaleza, entre otros lugares, hasta llegar a Estados Unidos. 
Dilma también reveló que su canciller, Celso Amorim, y su par de la Argentina, Héctor Timerman, van a avanzar en un proyecto para combatir el espionaje y proteger recursos naturales estratégicos que involucra a las Fuerzas Armadas de ambos países. Además de lo físico, sumó los datos: propuso instalar servidores en el territorio brasileño, crear un servicio de mails brasileño con su propio sistema de encriptación y exigir a empresas como Google o Facebook el almacenamiento de información de usuarios de ese país en servidores locales. Es lógico: si los datos quedan en servidores de Estados Unidos, cualquier intromisión se rige por la ley de ese país, por lo que deja a los ciudadanos de otras naciones bajo una legislación ajena. 
Las revelaciones de Snowden sobre el espionaje de la NSA desataron el primer enfrentamiento global de soberanías en la era digital. Brasil tomó la iniciativa.
Pero Brasil fue aún más lejos -más que todos- y planteó una ley llamada Marco Civil de Internet, que existía como proyecto desde 2009, pero que el impulso soberano-tecnológico logró reflotar. Rebautizada comola "Constitución de internet para Brasil",es un marco regulador que busca proteger la neutralidad de la red, la libertad de expresión y la privacidad de los usuarios y, además, incluye propuestas de gobierno abierto. La ley fue discutida masivamente en foros de debate con la sociedad civil y a través de la red, y luego enmendada perdiendo su potencia inicial, con el objetivo de generar consenso para aprobarla. Aun así, sigue siendo una herramienta avanzadísima en términos de derechos de internet. El PT de Dilma esperaba aprobar el Marco Civil antes de que finalizara 2013, pero las presiones lograron aplazarlo hasta este nuevo año. 
En su audaz movida, Brasil ganó aliados y enemigos, como sucede en toda guerra. Un mes después del discurso de Dilma en la ONU, se reunieron en Montevideo las principales organizaciones del gobierno de internet (ICANN, Internet Society y W3C, entre otras) y firmaron una declaración apoyando la potencia sudamericana, preocupados por el avance del plan de vigilancia de Estados Unidos. El documento fue histórico, porque algunas de esas organizaciones pertenecen y responden al sistema de las Naciones Unidas y al complejo militar estadounidense, que son quienes están dictando, desde principios de 2000, la ley de internet, conocida como "Gobernanza" (en cuya creación también hay actores privados, de la sociedad civil y de la comunidad técnica). Estas organizaciones fueron muy criticadas por los activistas de internet, pero este año decidieron ponerse -o, al menos, expresarse- a favor de un país que propone defender una red libre. 
Del otro lado, Estados Unidos respondió. No en la ONU, claro. Pero sí por medio de los que suelen reflejar sus intereses. La semana siguiente a la arenga de Dilma en la Asamblea General, la tapa de The Economist fue el Cristo Redentor de Río de Janeiro prendido fuego, cayendo de un morro para estrellarse en el suelo carioca. La excusa era la desaceleración de la economía (sin decir nada del repunte de los indicadores sociales), la inflación y las protestas en las calles, que ocuparon los medios en junio. Pero todo apuntaba a Dilma: suya -y solo suya- era la culpa de cada mal del país. 
Un mes más tarde, llegó la culpa explícita, en letras del Financial Times: "Brasil está yendo demasiado lejos con la seguridad de Internet", titulaba el periódico del establishment económico. Tras recordar que el país no debería ponerse en contra de Internet porque es el segundo en cantidad de cuentas de Facebook en el mundo, la nota, sin firma, seguía: "El proteccionismo de Rousseff con la web es malo para su país. Le resta competitividad y daña su sector tecnológico. Va a sufrir. Rousseff debería pensarlo de nuevo".  


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